Por Alan Luján.-
Los celulares actuales están diseñados para no ser reparados, lo cual es una estrategia inaceptable y perjudicial para los consumidores, el medio ambiente y la sociedad en general. Las compañías de tecnología han adoptado un enfoque egoísta al diseñar dispositivos que priorizan la obsolescencia programada y el lucro a corto plazo sobre la durabilidad y la sostenibilidad.
En primer lugar, el diseño de los celulares modernos es un obstáculo para la reparación. Los fabricantes utilizan adhesivos fuertes y sellados herméticamente, lo que dificulta el acceso a los componentes internos. Las baterías están pegadas al chasis y las pantallas se fusionan con el cristal frontal, lo que hace que cualquier intento de reparación sea difícil y costosa. Este método de fabricación reduce costos para las empresas, pero aumenta drásticamente los precios de reparación para los usuarios. Las empresas ahorran en producción, mientras nosotros los usuarios gastamos en costosas reparaciones.Además, las compañías de tecnología obstaculizan activamente la disponibilidad de piezas de repuesto y la información técnica necesaria para realizar reparaciones. Estas prácticas me parecen profundamente antiéticas pues limitan las opciones de los consumidores y los obligan a depender de servicios técnicos autorizados, que suelen ser innecesariamente más costosos y están controlados por las propias compañías. La falta de acceso a piezas de repuesto y a manuales de reparación también dificulta el trabajo de talleres independientes como el nuestro, quienes podríamos ofrecer servicios de reparación con la misma calidad pero a un precio más justo.
La obsolescencia programada es otra astuta estrategia empleada por las compañías de tecnología para asegurar que los celulares sean irreparables. Mediante actualizaciones de software, fabricantes como Apple disminuyen a propósito el rendimiento de los dispositivos más antiguos, provocando problemas de lentitud y funcionalidad limitada. Esto genera una sensación de obsolescencia en los usuarios, impulsándolos a creer que necesitan un nuevo teléfono, cuando en realidad su dispositivo podría seguir siendo completamente funcional.
Esta actitud de "usar y desechar" no sólo es desconsiderada para el usuario, sino que también tiene un impacto ambiental negativo. Los teléfonos móviles contienen elementos tóxicos como el mercurio y el plomo que pueden contaminar el medio ambiente si no se desechan correctamente. Además, la dificultad para repararlos perpetúa este patrón de consumo y desecho, agravando los problemas ecológicos e impidiendo el desarrollo de una economía circular y sostenible.
Derecho a reparar: ¿Quién defiende al usuario de estas prácticas abusivas?
En este aspecto, las empresas no estarán de nuestro lado pero entonces ¿Qué pasa con nuestro derecho a reparar nuestras propias posesiones a un precio justo?
El "derecho a reparar", como se le conoce, es una cuestión que ha cobrado relevancia en los últimos años debido a esta preocupante tendencia. Se refiere a la idea de que los consumidores deben tener la capacidad de reparar los productos que compran, en lugar de verse obligados a reemplazarlos cuando algo va mal.
Afortunadamente, hay organizaciones y legisladores que están luchando por nuestro derecho a reparar. En Estados Unidos, por ejemplo, Repair.org es una organización que aboga por leyes de "derecho a reparar" en todo el país. También, en Europa, la Comisión Europea ha propuesto leyes que obligarían a los fabricantes a hacer que sus productos sean más fácilmente reparables y aunque en América latina nos estamos quedando atrás, recordemos que las legislaciones aplicadas en las potencias económicas, generalmente terminan por aplicarse en el resto del mundo.¿Qué podemos hacer ante esta situación?
Como usuarios individuales, no hay mucho que podamos hacer, pero como colectivo nosotros decidimos el curso del comercio a través de la demanda de productos. En este sentido, las acciones que debemos tomar es ser exigentes con las empresas y beneficiar a quienes se esfuerzan por mantener el derecho a reparar (como con el FairPhone). Además, informarnos del derecho a reparar y exigirlo a través de las instituciones pertinentes (en México, es la PROFECO).
Como establecimiento de reparación de celulares ¿Nosotros qué hacemos nosotros para contrarrestar estas políticas?
Es complicado proporcionar servicios de alta calidad cuando los fabricantes no permiten la compra de refacciones originales. Afortunadamente, existen los productos OEM, en los cuales nos respaldamos para realizar las reparaciones con el más alto grado de calidad posible. Nos caracterizamos por ser transparentes respecto al tipo de refacciones que utilizamos y a los métodos que empleamos.
Además, todos los residuos electrónicos los llevamos a recicladoras locales para que puedan ser tratados de manera adecuada. Ponemos especial énfasis en las baterías, ya que son los componentes que más daño causan al medio ambiente.
En Conclusión
Estamos atrapados en un ciclo de consumo insostenible. Los fabricantes de celulares, en su búsqueda de lucro, han creado dispositivos que son tanto irresistibles como irremediablemente efímeros. En lugar de ofrecer productos duraderos y reparables, nos venden bonitos y caros teléfonos con breve fecha de caducidad.
Se necesita una revolución en la manera en que concebimos, producimos y desechamos nuestros dispositivos electrónicos. Las empresas deben adoptar un enfoque centrado en el reparador, proporcionando manuales, piezas de repuesto y herramientas adecuadas. Además, deberían estar obligadas a recoger y reciclar sus productos al final de su vida útil. Nada de esto será posible si no contamos con el respaldo de nuestros legisladores que fomenten reglas más justas para el usuario.